Lectio Divina de los Evangelios

31 de diciembre 2023 31 de diciembre 2023 40 41 “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”. El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él. Meditación (Meditatio) Después de la lectura, toma unos momentos para reflexionar en silencio acerca de una o más de las siguientes preguntas: • ¿Cuál palabra o palabras en este pasaje captaron tu atención? • ¿Qué parte en este pasaje te consoló? • ¿Qué parte en este pasaje te desafió? Si practicas la lectio divina como familia o en un grupo, luego del tiempo de reflexión, invita a los participantes a compartir sus respuestas. Oración (Oratio) Lee el pasaje de la Escritura una vez más. Dale al Señor la alabanza, petición y acción de gracias que la Palabra te ha inspirado. Contemplación (Contemplatio) Lee nuevamente el pasaje de la Escritura, seguida de esta reflexión: ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida me pide el Señor? Simeón, varón justo y temeroso de Dios. ¿Cómo puedo reforzar la intención de practicar mi fe? ¿Cómo dan testimonio de lo que creo las acciones de mi vida diaria?

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